En defensa de la tecnología y la sociedad humana

septiembre 21, 2010

Es innegable que como humanos, estamos ligados naturalmente al uso de herramientas. Al contrario de lo que piensan o creen algunos, principalmente por cuestiones ideológicas personales y no por el uso de la observación, esta no es una condición impuesta por la sociedad o la cultura. Desde temprana edad el ser humano se presenta en la forma de un torpe experimentador: toca, mira, saborea, mueve, empuja, tira y golpea todo lo que tiene a su mano. Y lo que se encuentra más lejos de su alcance, pronto aprende a alcanzar. Tal es asi que esa curiosidad puede resultar fatal sin la presencia de un adulto. Nuestro amor por las herramientas y por su practicidad es innato, no es cultural.

Cabe entonces hacer una pregunta que se hace con lamentable infrecuencia: ¿el hombre inventó la herramienta o la herramienta inventó al hombre?

Muchos animales, usan herramientas, esta no es únicamente una característica humana. El nido de un pájaro podría ser considerado una herramienta. Muchos pájaros también usan rocas para romper huevos o palitos para juntar insectos. Este uso de las herramientas y las técnicas para utilizarlas es lo que llamamos Tecnología. Hoy en día vivimos inundados por ella. Todos los elementos que usamos a diario están infundidos con cientos de miles de año de conocimiento acumulado sobre cómo hacer. Un celular, por ejemplo, combina nuestras habilidades metalúrgicas, el control de la electricidad, la matemática, la lógica, las técnicas de extracción y refinamiento de petróleo, la manipulación de sustancias transparentes y/o reflectivas, el almacenamiento de energía, la creación y detección de ondas electromagnéticas, la codificación de información, etc.

Mucho se escribe hoy sobre la tecnología, principalmente desde un enfoque negativo, con una postura de sorpresa ante los cambios que esta tiene sobre nuestra sociedad, sorpresa que puede existir únicamente si se tiene una profunda ignorancia de nuestra historia como especie. ¿Qué terribles y apocalípticos textos hubiesen escrito entonces estos autores, de haber presenciado la revolución tecnológica más trascendental de toda la historia humana: el dominio del fuego? Asi es, a pesar de lo que una vasta cantidad de columnistas nos quiere hacer creer, la era de la internet y de las comunicaciones no ha producido el cambio más radical de nuestra historia. La internet y los celulares han cambiado la forma en la que nos comunicamos. Los cambios que ha experimentado la sociedad a lo largo de todo el siglo XX y lo que va de este no le llegan ni a los talones del cambio que trajo el fuego. El fuego, convirtió a un primate en un ser humano.



Forjado en fuego

Al principio uno no se da cuenta, pero la capacidad de controlar al fuego es, para un animal primitivo, algo muy cercano a una máquina del tiempo.

¿Coincidencia?

El fuego tiene la capacidad de extender las horas útiles del día enormemente. No me refiero únicamente a su capacidad de iluminar, que no es un factor menor. Me refiero también a la capacidad de cocinar la comida.

Antes de controlar el fuego el tiempo que teníamos disponible para nuestras actividades era esa franja entre la salida y la puesta del sol. Entre esos dos eventos había que hacer todo aquello que es indispensable para que la especie siguiera con vida: conseguir alimentos, asegurar un refugio, defenderse de los depredadores, construir herramientas, alimentar y educar a los jóvenes. El tiempo para otras actividades, como por ejemplo, desarrollar un lenguaje o construir instrumentos musicales era escaso por no decir inexistente. El fuego cambia todo esto. Ahora el día dura 24hs. No solo eso, si no que el fuego nos permite cocinar la carne, lo que alarga su vida y reduce la transmisión de enfermedades. Es decir, el fuego alarga los días, reduce el tiempo de las actividades básicas para la supervivencia y aumenta la expectativa de vida. El fuego nos dio el tiempo que necesitábamos para desarrollarnos.

Si el fuego nos cambió tan profundamente para el bien, ¿por qué hay tanta aversión a la tecnología? ¿Por qué ese miedo? La respuesta simple es que el miedo no es a la tecnología, si no al cambio mismo. Es miedo a la incertidumbre generada, no al crecimiento de las redes sociales.



La naturaleza humana

La idea de que la tecnología produce cambios radicales en la sociedad humana no es nueva, y el miedo a estos cambios, tampoco lo es. Lo que sí es nuevo, es pensar que uno es el primero en darse cuenta de esto. ¡El ser humano no puede vivir sin tecnología, porque su capacidad de desarrollar y controlar la tecnología es una de sus características principales como humano! La idea de que hoy vivimos “aislados de la naturaleza” tiene validez si la aplicamos a la naturaleza externa, si nos estamos refiriendo a que vivimos lejos de otros animales y de las plantas, pero no si nos referimos (y muchos lo hacen) a nuestra propia naturaleza. La sociedad en la que vivimos, la sociedad humana, es producto íntimo de nuestros impulsos naturales. Encuentro profundamente equivocada y antihumana la idea de que nuestra terrible capacidad de poblar el planeta es de alguna manera producto de algo siniestro. Pero, veamos otros animales y como ellos viven en armonía con la naturaleza y con las otras especies:

Deforestación via antílope

El zorro no esta ahi para amigarse con los patos (blancos) del fondo

Supongo que las hormigas están con los mismos problemas que nosotros. Si pudieran hablar, quizás nos contarían sobre como su sociedad destruye el ecosistema a su alrededor, sobre las pobres condiciones laborales y lo sobre-trabajadas que están. En el hormiguero, nada más que hormigas. Que terribles, las hormigas, tan reacias a incluir abejas en sus guaridas. También los monos nos contarían sobre lo tristes que están viviendo solos, comunicándose únicamente con individuos de su propia especie.

Salvo quizás la especie más adorable del planeta, el perro, el deseo de rodearse de seres de otras especies es algo extrañamente humano y moderno. Destinamos grandes áreas con ese único propósito en mente. Reservas naturales, zoológicos y acuarios. Incluso hay algunos que tienen mascota, o dejan comida a los pájaros. Somos el único animal que comparte tanta comida y que gasta tanto tiempo en asegurar el bienestar de otras especies.

Si, vivimos aislados de “la naturaleza” en nuestra megaciudades, ¿pero que otro animal no lo hace? Los casos de animales relacionándose amigablemente con otros de otra especie son poquísimos. De hecho, la razón número uno por la cual un animal quiere acercarse a otro es siempre la misma: comida. Los parásitos y los depredadores son los más amigables de hecho.
Lamentablemente, existe la idea de que esto está mal. Está mal que no vivamos en el medio de un bosque, aunque si viviéramos en un bosque le daríamos un flechazo a cualquier mono que se atreva a entrar a nuestro territorio a robar manzanas. Así es, lo correcto, aparentemente, sería vivir en el medio de la jungla con la idea de que si amamos a la naturaleza lo suficiente, ella nos amará de vuelta. Peor a pesar de la persistencia de estas ideas, conozco pocos amantes de “lo natural” que disfrutarían estar rodeados de ciempiés, de abejas o de leones. No, la vasta mayoría ama la naturaleza, pero tiene que ser la naturaleza sin mosquitos, sin perros salvajes al acecho y con las vacas lo suficientemente cerca para la leche pero lo suficientemente lejos para asegurar la comodidad de nuestras fosas nasales. Naturaleza, pero sin frio ni calor, templado digamos. Con agua cristalina, sin cangrejos… o con cangrejos, pero los ricos, no los feos. Con suficientes pescados para comer y mirar, pero no tantos que atraigan tiburones. Delfines siempre, eso si.

Nuestra sociedad no está podrida ni nuestra humanidad abandonada. Si eso es lo que vemos, es quizás porque somos tan humanos, tan apartados de la naturaleza y del resto de los animales, que somos los únicos seres vivos capaces de confundir su propio éxito con el fracaso. Fuimos tan efectivos en desarrollar herramientas y tecnologías para conseguir comida y construir refugios, que nos dimos a nosotros mismos el regalo del tiempo, y con ese tiempo, aprendimos, nos comunicamos, inventamos cosas como el deporte, la música, la literatura y el “no hacer nada”. Y ahora, cuando tenemos más tiempo para compartir ideas y para pensar que nunca antes en la historia, nos miramos y nos criticamos por tenerlo, por haber ganado, por haber sido tan efectivos. Si quieren contacto con la naturaleza, vayan, hagan lo que quieran: tienen el tiempo para hacerlo, al contrario de aquella naturaleza que van a visitar. El antílope no tiene vacaciones de ser perseguido por los lobos como para ir a ver en que andan los elefantes. Disfrútenlo, son el único animal que tiene ese lujo, pero no lo hagan por culpa, no se crean el mito, esa mentira de que han metido la pata, de que traicionaron a la madre naturaleza. La madre naturaleza es más la violenta golpeadora que se las ingenia para matarlos que la que se preocupa por que lleven su abrigo. No hace falta que me crean: ella ha sido tan efectiva que aniquiló al 99,9% de todas las especies que llegó a crear.

Está bien que nos demos cuenta de que podemos hacer las cosas mejor, que monitoreemos nuestro impacto, que lo midamos y lo tratemos de reducir, pero no piensen que somos los únicos. Hay fuerzas mucho más destructivas que nosotos, y todas son igual de «naturales». El volcán de cúspide nevada es muy lindo hasta que explota, y los pájaros son muy lindos hasta que son plaga. Lo que no nos gusta son los extremos. Mucho de algo o muy poco no nos viene bien, pero lamentablemente, el mundo es así. Hace 200.000 años había muy pocos humanos y demasiados tigres. Hoy, quizas demasiados humanos y pocos tigres. ¿Mañana? Mi punto es que no odien, ni camuflen, ni mientan para ocultar la verdad, pensando que somos algo que no somos, y que el mundo es una fantasía donde los caballos hablan y todos se llevan bien. El ser humano es humano, es natural, y por lo tanto, fallido y mortal, y como todo lo demas, debe matar o morir. Su única diferencia es que se puede dar el lujo de pensar como lo va a hacer, y de tratar de minimizar su impacto sobre el mundo, pero esta perspectiva tiene que estar en este contexto, un contexto que tenga en cuenta la realidad, y no la fantasía.



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